sábado, 13 de junio de 2009

Despedidas


Y al final la crisis llegó a mi empresa. Desde ayer, dos de mis compañeros están en paro aunque la cosa ‘parece que promete’ porque en breve se prevén más bajas. Si me toca a mí (tengo un 50% de probabilidades)… bueno, por un lado (ése que permanece oculto y que no puedo confesar porque se supone que soy una persona privilegiada por tener trabajo) sentiré un gran alivio; llevo mucho tiempo quemada, con trabajos de mierda, desagradecidos y poco gratificantes.
Siempre he pensado que no es bueno adelantar acontecimientos, que lo que tenga que pasar pasará pero estos últimos días, desde que nos enteramos de la ‘suerte’ de nuestros compañeros, amigos sobre todo porque pasamos más de diez horas juntos, es inevitable darle vueltas al asunto.

Ayer quedamos unos cuantos para ‘despedirnos’. Nos fuimos de tapeo. Jarras de cerveza a raudales, vino y picoteo. Cerraron el local con nosotros dentro; terminamos con el dueño tomando chupitos de orujo. Después de liquidar dos botellas, nos largamos al bar de los viernes. La camarera, al igual que el dueño de la taberna, ya nos conoce y nos pone las copas casi sin pedirlas.
Arehucas, más cerveza y palomitas. Mientras que unos cuantos se convirtieron en el centro de atención del bar, otros, una pareja de cabezas huecas, eran detenidos en el centro de la ciudad. Al parecer, uno de ellos, tras salir bien ‘cocido’ de la taberna, se empeño en darle una vuelta en la moto al otro, uno de los compañeros en paro. Después de un rato, ya en el bar de los viernes, nos enteramos de que el de la harley había terminado en el cuartelillo. No nos sorprendió, no es la primera vez y probablemente no será la última. Nos llamó la mujer, que si podíamos ir a por él. No sé si fue la congestión, los mocos que se me subieron al cerebro o yo que sé, el caso es que al final, como buena samaritana, me ofrecí. Otra compañera se vino conmigo.
Por supuesto, mi compi ya no estaba en la comisaría sino en el bar de enfrente, entablando nuevas amistades (no sé si del todo adecuadas), como siempre. No quería volver a casa, sino seguir de fiesta y pillar de nuevo lo que los policías le habían quitado. Supongo que fue un déjà vu para él. Después de reponer provisiones, me retiré, ya no tenía cuerpo para más.