sábado, 20 de diciembre de 2008

Veintinueve y girando


Es curiosa la manera que tienen las cosas, las personas, de volver a uno. Pero no lo hacen con la intensidad del pasado sino que ahora, cuando ya hace tiempo que ni las echas de menos, irrumpen en tu vida y te descolocan haciéndote recordar momentos pasados.

No, ya no duelen como antes. Ahora miras atrás y ves los recuerdos como imágenes momentáneas a años luz. Si algo he aprendido, a mis 29 años recién cumplidos, es que es cierto aquello de que ‘el tiempo todo lo cura’, al menos te hace más experto, más cínico, menos inocente… Supongo que aprendes a sobrevivir, que no es poco.

Hace unos días volvieron a mí unos discos que ya creía perdidos para siempre y una voz cercana de hace un millón de años. Sorpresa. Empezaron a salir cientos de recuerdos de la chistera.

Siempre he pensado que lo que tiene que ver con uno, sobre todo si quema, nunca desaparece para siempre, que por muy lejos que se encuentre, al final, siempre acaba por volver a rozarte. Un día sales y te encuentras a una persona que te comenta que ha visto a alguien que fue importante para ti en el pasado. Vas a un bar y escuchas una canción que te transporta en el tiempo o recibes una llamada al cabo de los años de alguien que todavía se acuerda de ti… Al final, todo vuelve a encajar en su sitio.