sábado, 26 de enero de 2008

Vida artificial

No se trata del último modelo de robot japonés, de esos multifunciones en plan ‘mayordomo’ y que son el sueño de cualquier ama de casa postmoderna, mujeres que se quejan de que “el planchar y fregar diario” (mientras ven el primer culebrón de la mañana), apenas les deja tiempo para hacerse la manicura francesa o ir a clase de Pilates. No, tampoco es una muñeca de silicona, con las tetas del diámetro y textura exactamente igual a las de Pamela Anderson, y con los morritos hinchados, de un color rojo pasión, calco puro y duro de los de Scarlett Johanson… Plástico reciclado, convertido en ‘carne artificial’ con el único fin de deleitar al hombre macho de sus perversiones más perversas… (si le das la vuelta a la muñeca, en el culo, igual de prieto que el de Beyoncé, verás que pone “made in Japan”).
Pues no, por ahí no va la cosa. Me refiero a la vida creada con sangre, fluidos y células… que se entremezclan para darle forma a todavía no se sabe qué. Al parecer, uno de los padres del genoma humano, Craig Venter, dice que está a punto de ‘parir’ a un ser totalmente artificial. Este nuevo Dr. Frankenstein ha conseguido crear a partir de elementos químicos el mayor genoma artificial completo de un ser vivo, el de una bacteria (Micoplasma genitalium) y que, aunque para los de letras que como yo “ todo esto nos suena a chino” (o japonés), constituye algo único al tratarse del primer paso para llegar a crear células vivas de una bacteria viva o lo que es lo mismo, un ser independiente, que existe y … ¿respira? Vale que todo esto está en fase experimental y que suena a ciencia ficción pero… ¿ y si al final resulta que el hombre sí que tiene la capacidad de “crear vida” fuera de lo naturalmente conocido? ¿Y si la historia de Mery Shelley termina por hacerse realidad? Me imagino a los Gobiernos de medio mundo, frotándose las manos, creando ejércitos de seres todavía inimaginables, inmunes a la enfermedad y sin cargas morales para exterminar cualquier hálito de vida humanamente conocida…


jueves, 24 de enero de 2008

Jornada intensiva


Mañana es la fiesta de mi gremio y, en teoría, no debería currar. No es que mi jefe sea un ‘negrero' pero sí esta profesión un tanto loca que me ha caído casi sin querer… aunque he de confesar que termina siendo adictiva hasta en sueños.

“Como estamos muy liados”, hay que pasar de fiestas y “producir”, que ya “si eso” cortaremos a medio día para tomarnos un aperitivo y celebrar así nuestro día festivo…

Si yo lo que quiero es no madrugar, que en invierno me da una pereza… Imagino que mis compis opinan como yo y que seguro (al igual que mi modesta persona) tienen más que asumida la triste realidad: los viernes, lo que toca, es jornada intensiva…

domingo, 20 de enero de 2008

El imperio de las luces



No hace mucho conocí a un tipo con ganas de contarme su vida. Podría haberle cortado y largarme sin más, como suelo hacer casi siempre, pero esta vez ‘pegué la oreja’:

Corre pero nunca llega a ningún sitio. Me pregunta, me pide consejo, me dice que necesita un terapeuta, que tiene un lío en la cabeza y que no sabe qué hacer con su vida. Me cuenta lo desastrosas que resultan sus relaciones de pareja: Todas terminan dejándole. Hace tiempo que ha empezado a buscar refugio en los bares, convirtiéndose en el alma de las fiestas y en el mejor amigo del camello. Se siente bien al caer el sol porque sus ojeras ya no son un síntoma de enfermedad y sus pintas a lo Peter Doherty encandilan a las tías (a las que van igual de “puestas”, imagino), así que siempre termina enganchado con alguna, follando en el asiento de atrás de su coche o en algún oscuro callejón. A los 26 años ha probado casi de todo en los tres continentes donde ha vivido porque desde que tenía 4 años ha estado dando tumbos de un país a otro, arrastrado por unos padres medio hippies y muy poco considerados. Habla cuatro idiomas (lo único que me da envidia de su historia) pero que al final sólo utiliza el mismo diálogo desgastado de siempre (aunque traducido a cuatro lenguas diferentes), porque, según él, las personas somos “seres básicos” y “apenas necesitamos palabras par comunicar” (ahí coincido con él). Empieza a divagar, me lía, por un instante pienso en largarme pero me quedo. Quiero escuchar su historia así que dejo que me invite a una copa.
Vive solo, en un viejo caserón con vistas al Mar Mediterráneo. No le gusta que invadan su espacio, por eso nunca invita a nadie a casa. Ahora dice que le ha dado por pintar “al estilo Magritte”. Desde que descubrió el Imperio de las Luces, las imágenes del cuadro le impiden ver cualquier otra cosa y que, copiándolas, puede “sacar todo lo que lleva adentro”. Le digo que creo que “está obsesionado” pero que es normal, que a todos nos pasa de vez en cuando con alguna cosa, incluso con alguien… ¡y que el Imperio de las Luces puede causar obsesión a cualquiera! Me mira y se ríe (creo que no esperaba mi contestación). Ahora me siento como si yo fuera “la rara del bar”. Sin darme tiempo a reaccionar me suelta que su hermano se suicidó por su culpa y que desde entonces su familia no quiere saber nada de él. No sé si creérmelo, soy de naturaleza escéptica y pienso que quizá se trate de una macabra estrategia para ligar pero como me conozco y en estas situaciones soy de lo más frío le pregunto que por qué piensa eso. Mira al fondo del bar y durante unos segundos se pierde en su pensamiento. Tiene unos ojos bonitos, azul brillante. Me recuerdan al océano, bañado por los primeros rayos de sol de la mañana. Creo que está a punto de llorar. Se incorpora y me dice que se le ha hecho tarde, que tiene que madrugar. Y se fue, fugaz como la luz que arrastra al sentido.

domingo, 13 de enero de 2008

Mestizaje de fluidos


Conozco a alguien que esta noche tiene una cena interracial. Es un chaval solitario, extraño, con una capacidad increíble para inventar historias, lo cual, creo, siempre es de agradecer. Mi querido ‘fabulador’ me cuenta que esta noche tiene cita con dos amigas italianas, un medio palestino y con un ruso criado en Cuba. “Mi amigo”, que es español, aunque pasa de fronteras, me dice que los problemas de racismo y xenofobia sólo se pueden solucionar ’follando’. Me pregunta si soy capaz de imaginar “al universo entero copulando, sintiendo al unísono un orgasmo brutal y que si existe una imagen más bonita…” Bueno, depende de cómo uno imagine el tema- le digo- pero que capto la idea (parece que no ha entendido mi ironía). Me habla del “éxtasis, de las auras entrelazadas, de la conciencia cósmica capaz de equilibrar el universo”. Se le ve feliz imaginando semejante historia (quizá imaginando una bacanal con toda esta gente). “No, si la idea me parece muy hermosa pero demasiado utópica incluso para mí”- le contesto- “¿Pero te lo imaginas?”- me vuelve a insistir el Fabulador… Sólo me atreví a responderle que, si quizá se intentara a pequeña escala, podría resultar, por lo menos, en un universo más reducido. Al menos, si todos folláramos al unísono no habría bombas kamicazes, nadie vería la televisión y la audiencia se iría a la mierda. Sería un “caos” maravilloso. A mitad de esta fantástica conversación me acordé de mi amiga Ro, a quien le encanta organizar cenas y juntar a gente de lo más variopinto. Ayer me contó que el fin de semana pasado había conseguido reunir a una pareja de masoquistas profesionales. En realidad era un masoquista camuflado a diario de profesor de Matemáticas y de una sumisa con tal poca estima en sí misma que incluso la sacaban a la calle con un collar de perro. Pues eso, que a parte de la parejita rollo Marqués de Sade, mi querida Roci, también había conseguido reclutar a un camionero de esos que se las dan de muy machotes y que a la mínima de cambio amenazan con soltar una hostia, a un montañero medio hippie perdido en su mundo y a una ama de casa de lo más tradicional pero que con dos copas de más es capaz de confesarte “que hace siglos que no siente nada ahí abajo”… Ro, a quien ya se le estaba haciendo tarde para prepararle la infusión de maría a su madre (la pobre mujer tiene unos dolores terribles y que sólo alivia “la poción mágica” que su niña le prepara cada noche), flipaba al ver a semejante elenco de personajes coincidir en algo tan primario y tan importante como el sexo. Al parecer todos los comensales coincidían con mi amigo el Fabulador y que las caras de las personas, además de ser el reflejo del alma, “irradian satisfacción o insatisfacción sexual”, vamos, que tu careto dice si estás mal o bien “follao” y que un buen “polvo” echado a tiempo constituye el mejor “gabinete de crisis”. Ya le he dicho a mi amiga Ro que para la próxima cena, invite a Sarkozy, Condolezza Rice, Musharraf, el Papa y a Rajoy. Quizá con el vino y con los consejos del primero (se ve a la legua que es el único que folla), termine por desaparecer la cara de “rancio” de los demás. Quizá así el mundo iría mejor.

sábado, 12 de enero de 2008

La Biblia del Diablo


Buscando información para mi nuevo viaje topé con un extraño libro considerado por muchos como la octava maravilla del mundo. Se trata del Codex Gigas o la Biblia del Diablo.

El manuscrito, que actualmente se encuentra en la Biblioteca de Estocolmo, cuenta con 624 páginas y pesa 75 kilillos de nada. A pesar del periplo que el tocho vivió para terminar en tierras nórdicas (fue arrebatado por los suecos al emperador Rodolfo II de Checoslovaquia en una sanguinaria batalla), lo más interesante es la leyenda que de este libro se cuenta. Allá por el siglo XIII, cuando la vida del hombre estaba marcada por la superstición, la guerra y la enfermedad, vivió un monje que fue condenado a ser enterrado vivo. Al parecer alguien con muy mala leche le había acusado de un horrible crimen. El pobre monje, que no sabía muy bien cómo demostrar su inocencia, prometió a todos escribir la Biblia más hermosa jamás conocida por el hombre en tan sólo una noche y a cambio de su vida. Una vez que se puso manos a la obra, y viendo que se le había ido la boca en prometer semejante cosa, decidió pedir ayuda al mismísimo Diablo quien se comprometió a ayudarle a cambio de que apareciese una imagen suya en la Biblia ( la imagen que podéis ver arriba).

El Codex Gigas había sido guardado con esmero por Rodolfo II (hasta que llegaron los protestantes suecos, claro), de quien dicen sentía cierta predilección por los libros raros, el ocultismo, la astrología, alquimia y demás ramas oscuras del conocimiento.

Aquí dejo el link por si queréis aprender un poquillo más de esta historia tan… ¿rara?

http://www.kb.se/codex-gigas/eng/

martes, 8 de enero de 2008

La guarida del horror


Los amantes de las historias lúgubres y siniestras estamos de suerte gracias a la publicación de 'La guarida del horror'. Se trata de una selección de poesías y relatos de Edgar Allan Poe, totalmente “modernizados” y que ahora renacen en forma de cómic. Palabras que suenan a cementerio, a muerte pero a la vez llenas de vida, de pasión y sangre; repletas de imágenes románticas que no hacen otra cosa que recordarnos la terrible fatalidad del ser humano. Aunque los estudiosos dicen que este movimiento nació allá por el XIX, mi convicción, claramente ‘romántica’, vive convencida de que este sentimiento está ligado, desde el principio de los tiempos, a la propia condición humana y que las personas tan sólo somos un cúmulo de historias trágicas que se entrelazan para Dios sabe qué.

Bienvenidos sean los pasajes oscuros, vacíos de esperanza… Historias dramáticas con finales tristísimos y personajes patéticos; psicópatas como nuestro amigo Dexter en su versión más dura, engendros sacados de las pesadillas más inimaginables, muertos que regresan de ultratumba para cumplir algún propósito o vivos que venden su alma con tal de resarcir su pecados…, víctimas todos del final desolador de la estirpe humana.
A esto se atreve Marvel, haciendo una cuidadosa selección de relatos, convirtiéndolos en viñetas, como ‘El corazón acusador’, 'Berenice’ o poemas como 'El cuervo', 'La durmiente', 'El gusano conquistador' o 'El espíritu de los muertos' … ¿Suena fantástico, no?
Me imagino a Poe sonriendo en la oscuridad de su tumba.


sábado, 5 de enero de 2008

Viaje al pasado



Y de todos los paseos recuerdo con especial nostalgia aquellos que daba en mi fría ciudad. A pesar de las bajas temperaturas, los días sin sol y las tardes colmadas de niebla me encantaba salir a caminar. Solía dejarme llevar por mis pies, sin prisa y sin explicaciones que dar a nadie. Tan sólo la ciudad y yo; mi querida y extravagante ciudad…, y yo. Me entusiasmaba descubrir nuevos rincones, callejuelas oscuras y resbaladizas por el agua nieve y que seguro aún hoy conservan mis huellas. Quizá suene raro pero me gustaba sentir mis manos heladas sobre mi rostro, ver cómo mi aliento frío empañaba el cristal mientras curioseaba el escaparte de alguna tienda. A veces me acompañaba mi querido poeta maldito. Nos comunicábamos en una lengua extraña pero nuestras mejores conversaciones nunca necesitaron palabra alguna. La ciudad y nosotros dos. El poeta mordisqueándome el cuello y yo jugando con los hilos de su bufanda. Yo besándole la boca y él jugando con mi pelo. Arrastrábamos a la noche con nosotros dejando al resto de la humanidad sin más atardeceres y sin más lunas que contemplar. Después de tanto tiempo me consuela saber que mi ciudad siempre será testigo de aquello.

martes, 1 de enero de 2008

Un mal rollo y una canción de Nochevieja


Dicho y hecho, me quedé en casita después de las uvas. La verdad es que ya me había medio emborrachado con el mescal y el cava, no tenía ganas de arreglarme y estaba “más perra” que un perro panza arriba disfrutando del calor del hogar así que me quedé, tan tranquila, viendo lo que echaban en la tele. Ains, y todo por no cambiarle las pilas al mando a distancia… Al final tuve movida doble: resulta que una amiga me había llamado para salir. Al parecer “yo era su única esperanza” para esta noche de ‘diversión y jolgorio’ y con la que, supongo, llevaba días soñando. Me envió un sms al que se me olvidó contestar. Ya pasada la media noche me envió otro donde me daba “las gracias por joderle la Nochevieja, dejarla tirada y no contestarle el sms…” Así, literal. Me quedé a cuadros con lo que me parecía una enorme putada, por echarme un montón de mierda porque no había conseguido un plan mejor, sobre todo, cuando yo ya le había dicho que esa noche no iba a salir, que no me apetecía. Quizá soy demasiado fría y tiendo a ver que siempre hay un punto de egoísmo, conveniencia y que sólo se mira por la satisfacción o felicidad de uno. Tal vez a la chiquilla realmente le apeteciera quedar conmigo… En fin, no sé, la verdad es que no me gusta que la gente dependa de mí y odio sentirme dependiente de alguien. Todo este asunto consiguió fastidiarme la noche; me dolió que descargara su ira de aquella manera, intentando hacerme culpable de todo aquello que se le pasara por la cabeza. Creo que no llevaba razón.
Obviamente le contesté el sms, le dije que me parecía muy bien, que era libre de creer lo que quisiera pero que sus palabras sí que habían terminado por joderme, por lo menos, haciendo más amargo el sabor del mescal. Por fortuna y para colmo de surrealismos, a mi vecina se le coló un ucraniano borracho en el balcón (todavía no sabemos cómo). En pocos minutos se creó una expectación, como poco, interesante. El tipo se puso a cantar rapsodias en un idioma inteligible mientras, con la mano en alto, nos enseñaba a todos el móvil. Me reí para mis adentros pensando que a lo mejor el chiquillo sólo tenía cobertura en el balcón de mi vecina y que estaba llamando a su familia de Ucrania (o de donde cojones fuese)… ¡Si es que es Nochevieja y la familia tira mucho ¿es que nadie pensó lo mismo?!
El caso es que mi vecina, a pesar del jaleo que se había montado en la calle, no se había enterado de nada hasta que alguien la llamó para preguntarle que quién era el maromo que canturreaba en su balcón. La mujer, que dormía como un tronco a una pared de distancia del poeta ucraniano (o ruso), fliparía en colores. Allí estaba, en plena calle, en zapatillas y bata esperando a que la poli desalojara aquel extraño que fumaba junto a sus geranios. “Que lo sueltes te digo” -gritaba uno de los polis- refiriéndose al móvil… ¡Coño, saltaba a la vista que era un teléfono no un kalashnikov! La situación se hacía extraña de narices… Finalmente, entre dos polis consiguieron aplacarle aunque no dejó de cantar…
Me alegré de lo último.